cuando crees que no puedes volar.
Filtremos nuestros sentidos como mariposas en el mar
abramos nuestras alas como la música haciéndose ondas.
Quiero esperar
solamente cuando el día se convierta en brillo estelar,
resonando en las copas de vino que se derraman
en el atardecer, desplegado en el horizonte
justo cuando nos observamos, profundamente.
Dijimos que iríamos al campus de jinetes y rosas;
allí alumbra la luna de libélulas
a todo al rededor y, también a las miradas de las hojas...
Las caídas de las gotas de lluvia son cenizas
de cristales viejos, respingados en la plenitud
de los bebes recién llegados y de los ancianos al partir...
Ángel, no quiero escuchar, tus cabellos hablar
de cómo no pueden los peces salir a la superficie...
¿Has escuchado en tus sueños los chistes que hacen los delfines?
¿Has escuchado el vuelo de las ballenas en el arrecife?
Te estaré esperando con todo alrededor
debajo del océano de la atmósfera que cubre el cielo,
siendo algo parecido a un caballito de mar y una gaviota:
me transformaré para planear a tu lado, en tu vuelo.
En tu vuelo, suplicaré por lo poco que quedó de mí
luego de conocerte.
En tu vuelo, me haré lo que no puede ser nunca antes
por la fuerza de tu aliento cuando me estremece.
Caeré en picado hacia tu arena continua
que me nutre y me llena de ostras hermosas en una rutina
donde lo más importante, es hacernos uno con el eco de luna
reflejado en nuestras uñas...
Después de todo, ellos también están expresando su amor...
Ahora, somos esos restos de mineral de coral
haciéndonos humo de estrellas en un islote,
somos destinos de glamour etíope
de un país de otro planeta, en una danza celestial.
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