Diluvio.
A la persona que amo le puedo
decir muchas cosas, pero no la puedo tocar. Hoy el cielo está en
mis manos repletas de almíbar
en las migajas en el mantel de la mesa, acurrucándose en
suaves ondas del viento sobre mi oído; -y casi sin concebirlo
he prestado mi inocencia de flores ardientes- ya no logro escribir
ni pensar frágilmente, en realidad me abarca
un puerto de limbo; me espera la cazadora
voluptuosa y su unicornio de zafiro haciendo el amor dementemente. No me harás detener. No me harás detener. Ni en la salida de
sol por la noche de luciérnagas de hilo como el calcio
retenido en una pluma espiralada:
contando un sonido
crudo y sensible a la luz de universo cantante porque hoy no importa
quién seas o a qué te dediques, no quiero que me
digas tu nombre, no quiero saber tu
edad, no me interesa
cuántas veces puedas lograr o no algo. -Eres solo piel de
polvo de sol y estrella; estela al
levantarte de la cama, brisa cuando te
despiertas y piensas en un ser amado, aire cuando
intentas darte explicaciones acerca del mundo: fuego cuando
solo sigues dándome algo de ti.
Dicen que el amor va
a la par de los dos pájaros, que ninguno puede ir
detrás ni adelante del otro;
Estás lo
suficientemente lejos para saber que soy solo un lirio de cristal en plena
selva. Ayer las cosas no se
precipitaban nunca. Hoy quiero ser lo más
explícita posible; ¡Por favor detente! ¿Esto es autorreferencial? Hora. Existen dolores que
no son fáciles de soportar. Muy despierto, solo,
uno solo; momentos inevitables
y atractivos con sus labios carmín, quiero que me dejes, ¡Déjate! Por favor, acércate
(eso no garantiza lo de antes). La belleza ha
terminado. Sirenas ahogadas, mar de ácido y una cierra reparten partes de tu rostro subrrealista y terco, una escena diametralmente grotesca; -digamos que en el "mundo" todo está permitido-
Amedrentado como
caleidoscopio en la silla de Dios el recuerdo ilumina
el lago milimétrico multicolor,
debajo de las enredaderas
de jazmines y veladores una dama aguarda, resucitándose una y
otra vez, de paso por el camino de ladrillo en la distancia de la
superficie de este subterráneo de tierra y vida.
Las hojas que caen en
la profundidad de las grietas del suelo, el corazón parece
evitarse un disgusto...
Calmado. Ebrio fluyendo
en las olas de mi alma.
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