el azúcar se desliza
sobre el caparazón de las perlas
y nosotros somos el aire que el sol respira.
Podríamos transformarnos en pedazos de curvas
del espacio que nos refleja,
cuando todo es un espejo de nuestros recuerdos
del futuro y la vida que pudimos crear,
conservar,
anidar,
cultivar.
Somos el color de las nubes,
somos su enigma durante la noche...
Nos deshacemos como la luna durante el día,
somos semillas espías
sosegando un beso de madrugada:
un rugido ensordecedor
con gotas de licor
y su ácido alcalino sobre nuestras bocas.
Somos sequías
a punto de desaparecer,
somos llamas de hidrógeno y oxígeno
a punto de enmudecer.
El calor que irradian las palmeras,
nos abren las puertas
de un rincón de esperanza
y calma; de esa que quizás no exista:
esas gaviotas con alas de ángel
y vista de ciervos purificados,
esas grabas de algodón pintado:
esos prados de recorridos matices
de encrespadas raíces
de cruz y rima
de luz y vida.
Cuando nuestra voz se va volando
sobre las estrellas estreñidas y enardecidas,
tomamos un caballo para volar también sobre las galaxias
como plenos aprendices rociando
cada caminata de vida, cada estancia
como sueños rotos, como sueños reiniciados
como niños huérfanos, como niños con familia
como amigos, como enemigos,
como aliados y como nuestros destructores.
Como todo y como la nada,
vamos por ahí, sobrellevando nuestras cargas:
nuestro amor y enseñanzas raspadas,
nuestras rutinas anonadadas,
nuestros sueños jamás son frustrados:
nosotros podemos tocar el infinito con las manos,
nosotros traemos los animales a esta área;
podemos hacer que haya aves en los aires:
por eso nuestras almas deben ser sacrificadas,
porque traemos a este mundo una cuota de esperanza...
NOTA: este poema es para ustedes (ustedes saben quienes son...Mi público más especial...)
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